“El futbolista tiene
un potencial.
El gran entrenador es el que acerca al
jugador, por cualquier camino, a su máximo potencial. Esa es una definición que
abarca a todos los proyectos. Por eso los fenómenos anímicos en el fútbol se
han vuelto tan importantes, porque cuando están bien anímicamente, los
futbolistas hacen una prestación de sus cualidades que se acerca a su máximo rendimiento.
El fútbol argentino hay dos escuelas bien marcadas. Los que creen que la espontaneidad es el camino para encarar la conducción, y los que creen que lo preestablecido, lo preparado de alguna manera, es el camino para llegar al triunfo. Ambas posiciones han tenido grandes logros y notables exponentes, incluso en proporciones similares. Eso quiere decir que no hay un camino único, sino que hay dos opciones antagónicas, ambas exitosas. Lo que no se ha dado nunca es que un entrenador de una escuela triunfe con los argumentos de la otra. Lo que indica que el entrenador tiene que ser ante todo fiel a sí mismo, y tener claro que elige.
Yo entiendo la conducción desde la obsesión, desde los detalles, pero acepto otras alternativas precisamente porque soy consciente de que a la hora de dirigir intervienen infinidad de factores, para mi roso es motivo de inquietud a la hora de mejorar mi trabajo. Creo que esto es artístico, es creativo, por tanto no tiene normas únicas. Son episodios, momentos, hay que utilizar el recurso o la herramienta que convenga en cada situación. A veces la distancia con el jugador, otras el cariño. No hay una norma que haya que seguir, ni dogmas preestablecidos. Eso no quita que el fútbol de hoy necesite de hombres firmes, rigurosos. El marco dentro del cual hay que moverse es el profesionalismo.
Yo entiendo la conducción desde la obsesión, desde los detalles, pero acepto otras alternativas precisamente porque soy consciente de que a la hora de dirigir intervienen infinidad de factores, para mi roso es motivo de inquietud a la hora de mejorar mi trabajo. Creo que esto es artístico, es creativo, por tanto no tiene normas únicas. Son episodios, momentos, hay que utilizar el recurso o la herramienta que convenga en cada situación. A veces la distancia con el jugador, otras el cariño. No hay una norma que haya que seguir, ni dogmas preestablecidos. Eso no quita que el fútbol de hoy necesite de hombres firmes, rigurosos. El marco dentro del cual hay que moverse es el profesionalismo.
Creo más en la rigidez que en la flexibilidad, creo más porque siento de ese modo y porque lo único que hay que aconsejarle a un conductor es que actúe de acuerdo con lo que siente. Si abandona la convicción, seguro que fracasa. Pero que yo crea en la rigidez más que en la flexibilidad no quiere decir que esta última no es aconsejable.
Hay ejemplos exitosos de flexibilidad, unos cuantos Entrenadores por la que siento absoluta admiración, pero que tiene una forma de pensar absolutamente antagónica con la mía. Son flexible y exitosos, por lo tanto sus proyecto merecen ser observados. Lo que sucede es que yo jamás podría copiar lo que ellos proponen, porque siento distinto. Entre el «siento» y el «entiendo» hay un puente. Que yo entienda no quiere decir que me habilite para ejecutar lo que reconozco válido en otro, porque para eso no me alcanza con entenderlo, sino que tengo que sentirlo.”
Hay ejemplos exitosos de flexibilidad, unos cuantos Entrenadores por la que siento absoluta admiración, pero que tiene una forma de pensar absolutamente antagónica con la mía. Son flexible y exitosos, por lo tanto sus proyecto merecen ser observados. Lo que sucede es que yo jamás podría copiar lo que ellos proponen, porque siento distinto. Entre el «siento» y el «entiendo» hay un puente. Que yo entienda no quiere decir que me habilite para ejecutar lo que reconozco válido en otro, porque para eso no me alcanza con entenderlo, sino que tengo que sentirlo.”
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